La dimensión contemplativa es radicalmente una realidad de gracia,
vivida por el creyente como un don de Dios, que le hace capaz de conocer al
Padre en el misterio de la comunión trinitaria , y de poder gustar
"las profundidades de Dios".
No se pretende entrar aquí en los delicados y numerosos problemas que
plantean las diversas formas de contemplación, ni hacer un análisis
de la contemplación en cuanto don infuso del Espíritu Santo.
Describimos la dimensión contemplativa fundamentalmente como la
respuesta teologal de fe, esperanza y amor con la cual el creyente se abre a la
revelación y a la comunión del Dios vivo por Cristo en el Espíritu
Santo. "El esfuerzo por fijar en El (Dios) la mirada y el corazón,
que nosotros llamamos contemplación, se convierte en el acto más
alto y más pleno del espíritu, el acto que hoy todavía
puede y debe coronar la inmensa pirámide de la actividad humana" .
Como acto unificante de la proyección del hombre hacia Dios, la
dimensión contemplativa se manifiesta en la escucha y meditación
de la Palabra de Dios, en la participación de la vida divina que se nos
transmite por los sacramentos, muy especialmente la Eucaristía, en la
oración litúrgica y personal, en el deseo constante de Dios y la búsqueda
de su voluntad, tanto en los acontecimientos como en las personas, en la
participación consciente de su misión salvífica, en el don
de si mismo a los demás por el advenimiento del Reino. De ahí
viene al religioso una actitud de continua y humilde adoración de la
presencia de Dios en las personas, acontecimientos y cosas; una actitud que
manifiesta la virtud de la piedad, fuente interior de paz y portadora de paz en
cualquier ambiente de vida y de apostolado.
Todo esto se realiza a través de una progresiva purificación
interior, bajo la luz y guía del Espíritu Santo, de modo que
podamos encontrar a Dios en todo y en todos para llegar a ser alabanza de su
gloria .
La naturaleza misma de la vida consagrada resalta así como raíz
profunda que alimenta y unifica todos los aspectos de la existencia de los
religiosos y religiosas.
"El tema elegido para esta Plenaria - dijo el Santo Padre
en su Mensaje a los participantes - debe considerarse, por tanto, como de
importancia primordial. Y estoy seguro de que este encuentro vuestro
proporcionará a todos los religiosos un precioso estimulo para perseverar
en el empeño de dar a la faz del mundo el testimonio de la primacía
de la relación del hombre con Dios. Confortados por las indicaciones que
saldrán de vuestro encuentro romano, no dejarán de dedicar, con
renovada convicción, un tiempo suficientemente largo a la oración
ante el Señor para decirle su amor y, sobre todo, para sentirse amados
por El".
La Plenaria, pues, dirigiendo su atención a este tema, dedica su
reflexión a los Institutos de vida activa y a los que son específicamente
contemplativos considerando también con particular benevolencia aquellas
nuevas formas de vida religiosa en que se advierte un anhelo especial de vida
contemplativa, expresando el deseo de que su fisonomía dentro de la
comunión eclesial al servicio de todo el Pueblo de Dios aparezca
delineada cada vez más claramente.
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