miércoles, 21 de marzo de 2012

Descripción de la dimensión contemplativa

La dimensión contemplativa es radicalmente una realidad de gracia, vivida por el creyente como un don de Dios, que le hace capaz de conocer al Padre  en el misterio de la comunión trinitaria , y de poder gustar "las profundidades de Dios".
No se pretende entrar aquí en los delicados y numerosos problemas que plantean las diversas formas de contemplación, ni hacer un análisis de la contemplación en cuanto don infuso del Espíritu Santo.
Describimos la dimensión contemplativa fundamentalmente como la respuesta teologal de fe, esperanza y amor con la cual el creyente se abre a la revelación y a la comunión del Dios vivo por Cristo en el Espíritu Santo. "El esfuerzo por fijar en El (Dios) la mirada y el corazón, que nosotros llamamos contemplación, se convierte en el acto más alto y más pleno del espíritu, el acto que hoy todavía puede y debe coronar la inmensa pirámide de la actividad humana" .
Como acto unificante de la proyección del hombre hacia Dios, la dimensión contemplativa se manifiesta en la escucha y meditación de la Palabra de Dios, en la participación de la vida divina que se nos transmite por los sacramentos, muy especialmente la Eucaristía, en la oración litúrgica y personal, en el deseo constante de Dios y la búsqueda de su voluntad, tanto en los acontecimientos como en las personas, en la participación consciente de su misión salvífica, en el don de si mismo a los demás por el advenimiento del Reino. De ahí viene al religioso una actitud de continua y humilde adoración de la presencia de Dios en las personas, acontecimientos y cosas; una actitud que manifiesta la virtud de la piedad, fuente interior de paz y portadora de paz en cualquier ambiente de vida y de apostolado.
Todo esto se realiza a través de una progresiva purificación interior, bajo la luz y guía del Espíritu Santo, de modo que podamos encontrar a Dios en todo y en todos para llegar a ser alabanza de su gloria .
La naturaleza misma de la vida consagrada resalta así como raíz profunda que alimenta y unifica todos los aspectos de la existencia de los religiosos y religiosas.
"El tema elegido para esta Plenaria - dijo el Santo Padre en su Mensaje a los participantes - debe considerarse, por tanto, como de importancia primordial. Y estoy seguro de que este encuentro vuestro proporcionará a todos los religiosos un precioso estimulo para perseverar en el empeño de dar a la faz del mundo el testimonio de la primacía de la relación del hombre con Dios. Confortados por las indicaciones que saldrán de vuestro encuentro romano, no dejarán de dedicar, con renovada convicción, un tiempo suficientemente largo a la oración ante el Señor para decirle su amor y, sobre todo, para sentirse amados por El".
La Plenaria, pues, dirigiendo su atención a este tema, dedica su reflexión a los Institutos de vida activa y a los que son específicamente contemplativos considerando también con particular benevolencia aquellas nuevas formas de vida religiosa en que se advierte un anhelo especial de vida contemplativa, expresando el deseo de que su fisonomía dentro de la comunión eclesial al servicio de todo el Pueblo de Dios aparezca delineada cada vez más claramente.

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