La Plenaria, reconociendo el valor fundamental de los Institutos, tanto
masculinos como femeninos, consagrados a la vida específicamente
contemplativa, expresa con júbilo especial su estima y agradecimiento por
lo que ellos representan en la Iglesia. En efecto, la Iglesia, por su misma
naturaleza, posee la característica de ser fervorosa en la acción
y entregada a la contemplación, de modo que lo que en Ella es
humano sea ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la
acción a la contemplación. Convencida de la función
particular de gracia que incumbe a tales Institutos en el Pueblo de Dios, los
exhorta a seguir aportando fielmente la contribución de su vocación
y de su misión específica a la Iglesia universal y a las Iglesias
locales en las que se encuentran incorporados.
Los exhorta a conservar y a alimentar su rico patrimonio espiritual y
doctrinal contemplativo, que constituye un llamamiento y un don al mundo y también
una respuesta a los hombres que en nuestros días buscan con ansia,
incluso fuera de la tradición cristiana, métodos y experiencias
contemplativas no siempre auténticas.
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